La meteórica evolución del poder expansivo de Internet, sustentado sobre redes sociales y motores de búsqueda, arrincona el protagonismo de ciertos elementos clásicos en el complejo mundo del marketing de contenidos, donde es indudable el carácter estratégico demostrado por SEO durante largos años para lidiar triunfalmente con los buscadores. Sin embargo, la irrupción de las redes sociales quizá haya hecho pasar a un segundo plano esas técnicas de posicionamiento que para los redactores freelance eran una herramienta casi sagrada.
Con las nuevas corrientes, alimentadas por el slogan «no importa tanto lo que digas sino el interés que suscita lo que dices«, la estrategia margina a las keywords frente a la empatía necesaria para captar necesidades de los usuarios.
Por tal motivo, el concepto intrínseco de optimización que acompaña a SEO va dejando el relevo a los “+1” y “me gusta”, dado el potente componente social que identifica a las búsquedas por los motores, que otorga al contexto superior trascendencia que al propio contenido.
Visto lo cual, el objetivo máximo en la redacción de contenido es asegurar que el mismo cale entre el público diana y su impacto mueva a compartirlo en la red, lo que acarreará impulso en los buscadores.