El sector de la publicidad está atravesando en los últimos años una revolución que todavía tiene margen de continuidad. La antigua concepción estática de los medios publicitarios se ha visto socavada por la capacidad viral que ofrecen las redes sociales, de manera que las herramientas SEO y el marketing de contenidos han alcanzado una importancia capital en la configuración de las campañas.
No obstante, existe un aspecto de la publicidad cuya esencia se mantiene relativamente inalterable al paso del tiempo. Se trata de la interacción persuasiva entre anunciante y consumidor. En este sentido, cabe señalar que el consumidor cuenta actualmente con una mayor información, gracias a los instrumentos tecnológicos a su disposición, para tomar decisiones de compra. A pesar de la merma de cierta capacidad de discriminación de datos, por la avalancha de información que reciben, los consumidores siguen teniendo consciencia de su posición.
La manera, por lo tanto, de dirigirse a los potenciales compradores continúa originando debates entre los publicistas. Un resumen de estas discusiones estribaría, generalmente, en la controversia entre mensajes simples y repetitivos o sofisticados y creativos. Sin embargo, ante la saturación de mensajes transmitidos, las tendencias publicitarias en boga enfatizan la necesidad de emocionar a los consumidores y generar relaciones de confianza que puedan derivar en la fidelización.
Este prurito empático, directamente relacionado con el neuromarketing, no puede soslayar tampoco, lógicamente, conceptos técnicos como la segmentación de la clientela. Un ejemplo, de hecho, de campañas exitosas en redes sociales entronca con la creciente utilización de listas en el formato de la publicidad nativa. Los redactores freelance y quienes se dedican a comprar contenido para blog se han percatado de su conexión entre credibilidad y atracción.
El proceso de compra ha cambiado y un incremento de la efectividad publicitaria consiste también hoy en día en enamorar a los potenciales clientes.
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